Mujer frustrada con las manos en la cabeza frente a una laptop, simbolizando problemas con redes sociales o tecnología.
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Cuando te borran del mapa

Tengo tantas cosas que decir, que no sabía por dónde empezar, entonces decidí desahogarme con lo que me ha pasado esta semana, una situación muy extraña. La famosa red del libro de caras, que ha sido una fiel compañera desde 2006, me borró del mapa. Lo injusto es que en cuanto su loguito «F» apareció por la net, me cree mi perfil: Lau Siempre, por supuesto (otro motivo por el que llamé a mi blog así). La realidad es que en ese momento no era nada conocido y por eso no estaba segura de usar mi apellido, por lo que usé la palabra «siempre» que tiene mil significados y me pareció apropiado. Hacía relativamente poco que estaba fuera de mi país, ya estaba en España hacía un añito. En resumen, que usé esta red hasta el domingo pasado, día 22 de junio del 2025 en dónde sin ningún tipo de explicación, me dijeron que estaba cancelada y ya. Por supuesto, seguí los amables consejitos fecales que me dieron para apelar, pero el resultado fue «seguimos considerando que rompés las reglas» o algo así. A mi me rompieron algo más ovalado. Yo soy una rebelde, siempre lo he sido, pero soy bastante respetuosa y cívica con las normas generales de la vida. Soy una persona con estudios, viajada y con cabeza. Además, trabajo en marketing digital, o sea, creo que sé lo que hago, aunque no lo creas Marcos. Por eso te quería decir querido Zuckero, que yo no rompí ninguna reglita tuya, y me quitaste recuerdos, historias, fotos, una cronología de casi 20 años, que realmente borraste del mapa sin miramientos porque tus robotitos hipócritas y mal entrenados decidieron que algo de lo que hago no le gustaba a algún puritano retorcido de esos que después va tirando petardos a troche y moche. Por supuesto, lo mismo aplicó para mi cuenta de la hermana de esta red, la de los reels y carruseles…

La rutina inconsciente

Ahora, debo decir que la efervescencia que tuve durante unos diez años en estas dos redes se acabó con el nacimiento de mi hijo. Pre nacimiento, solía poner fotos cada dos o tres días, reflexiones, etc. Pero la realidad es que a partir de principios del 19 esta consistencia se redujo drásticamente a tal vez una publicación al mes. Más motivos para estar absolutamente shockeada del limbo virtual en donde me ha dejado MZ. Lo triste de la situación es que a pesar de saber que ya no están, constantemente abro mi carpetita de «sociales» en el móvil y clicko sobre los íconos, y en el momento que lo hago digo ay la re p… si estoy banneada. Esto también me dice mucho del nivel de dependencia que tenemos los seres humanos con estos íconos estúpidos en nuestros móviles.

Cuando las redes dejan de ser opcionales

Cuando creé estos perfiles, en principio la intención era tener un lugar a donde conectar y socializar. A medida que pasó el tiempo, no sé por qué se fueron convirtiendo en espacios casi fundamentales de la vida, de todo el mundo. Lo loco es que no tener redes sociales hoy por hoy prácticamente te vuelve un freak, un raro, o alguien que tiene algo que ocultar. Debo decir que el padre de mi hijo nunca ha tenido redes y conectó conmigo en la vida real, una cosa de otro planeta… Ojo, también tengo cuentas en casi todas las otras plataformas que existen, pero estas dos eran como mi fuerte, y las que mejor manejaba por uso y experiencia obviamente. Recuerdo que en un trabajo que tuve en una torre famosa casi al lado del mar en Barcelona, tenía compañeros que faltaban al trabajo y les revisábamos el perfil de F para ver si era verdad. A ese nivel estamos. Creemos que estamos haciendo perfiles para estar en contacto con las personas relevantes en nuestras vidas, pero el alcance va muchísimo más allá.

Libertad forzada, recuerdos perdidos

Esta combinación la vivo bastante a menudo últimamente. Creo que es una dualidad por la que parece que una energía superior quiere que pase, una energía superior y, esta semana, Zucki. La cruda verdad es que por un lado, prefiero estar así, sin estos monstruos que me consumen el tiempo y la vida. A ver, que si hoy mismo todavía las tuviera, este artículo sería inexistente, por ejemplo. Por otro lado, en uno de los perfiles, seguía a profesionales de la crianza, nutrición, salud, yoga, etc. que me dieron muchísimas herramientas que sigo usando en todos esos ámbitos. Por otro lado, no quiero desmerecer a los usuarios que amablemente subían contenido de programas de humor de Argentina de los años 90 que me hacen llorar de la risa, todavía a día de hoy, y cuando digo llorar, es verdad, se me caen las lágrimas. De hecho, tengo amig@s, prim@s y gente en general con la que prácticamente no nos hablamos más que para enviarnos memes y reels que descomprimen el día. A esos los extraño, porque me eran realmente útiles, o sea, en estos casos más que ansiedad, es tristeza. La ansiedad viene asociada a que para mi trabajo y para ser una ciudadana de «calidad» y sin rarezas, tendré que crearme las cuentas otra vez. Por ende, tendré que hacer una movida para que no me cancelen otra vez, por que sí, una vez banneada, estás en las listas negras del infierno, por impura, y no te dejan volver, a menos que los engañes. Les gusta, parece.

En fin, no sé bien si este es un buen tema para escribir un super blog post, pero tenía que sacarlo y aquí lo he hecho. Que te borren del mapa virtual es una cachetada social que te deja transitando un limbo extraño de bienestar, tiempo de sobra, y vacío. La primera sensación que te invade es que en este juego en particular, tu libertad de expresión está condicionada a las reglas de 4 nabos que se creen superiores. Y la segunda impresión es que las reglas del juego las dictan otros. No tengo ningún consejo para dar, porque no sé por qué me pasó.

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